Donde siempre es octubre
Seix Barra, 1999
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Entrevistas:
«ME DIVIERTE QUE PUEDAN PENSAR QUE SOY UN ESCRITOR EN LUGAR DE UNA ESCRITORA»
Por Amaia Fano. Revista DEIA. 19 de Febrero de 1999
Tras el éxito de «Irlanda», la joven escritora llodiotarra publica la próxima semana su segunda novela, «Donde siempre es octubre», un relato coral con más de cincuenta personajes, cuya acción transcurre en una ciudad imaginaria sumida en un otoño perpetuo.
ESPIDO FREIRE PUBLICA “DONDE SIEMPRE ES OCTUBRE”, SU SEGUNDA NOVELA
ESPIDO FREIRE (Llodio,1975) tiene, a simple vista, una complexión frágil y un rostro antiguo, ligeramente pálido, en marcado por una melena ensortijada, a ratos rojiza, que le confiere el aspecto de una Venus de Botticelli con algunos kilos de menos y una que otra ojera de más. Joven aunque sobradamente ilustrada, su impresionante curriculum deja al descubierto una precocidad extrema que en principio no le ha puesto la vida nada fácil y que constituye, sin duda, la esencia íntima de una personalidad compleja, casi renacentista, forjada a base de mucha autodisciplina y buenas dosis de soledad.
A sus 24 años bien podría pertenecer a esa entelequia que se ha dado en llamar Generación Kronen si no fuera porque, a diferencia de sus coetáneos, ella no viste raro ni reivindica ninguna suerte de rebeldía urbana. Quizá porque vive en el campo, junto a sus padres y a una hermana profesora de piano que, más que ángel de la guarda, ha hecho con ella las veces de Pigmalión, iniciándola primero en la senda de los allegros y pianísimos, para acabar aconsejándole que renunciara a su nombre de pila, y empezara a firmar autógrafos con sus dos apellidos.
“Mucho de lo que soy se lo debo a ella, mi hermana fue quien descubrió mis aptitudes para el canto y es también quien me ha animado a publicar mis libros bajo el nombre de Espido Freire que es sonoro y a la vez ambiguo”, explica la joven autora que esta misma semana verá publicada su segunda novela en Seix Barral.
A pesar de ser la segunda en publicarse, «Donde siempre es octubre» es en realidad la primera novela de Espido Freire que la escritora escribiera, hace más de tres años, pensando ya en una trilogía compleja, plagada de sutilezas y de personajes femeninos a medio camino entre la inocencia y la crueldad,: cuya tercera entrega está aún en proceso de gesta-ción. «Escribí la primera de las historias que componen el argumento de este libro cuando tenía dieciséis años –explica la autora- En principio iba a ser el inicio de una serie de relatos distintos hasta que un día me di cuenta de que, curiosamente, casi todos tenían lugar en una misma ciudad y en la misma estación del año».
DEIA: ¿Oilea es una especie de Macondo universal?
ESPIDO FREIRE: Macondo son palabras mayores. Oilea es tierra de nadie. Un territorio imaginario donde aparentemente nada sucede. Se parece a cualquier ciudad y sin embargo no podría ser ninguna otra, ya que vive en un otoño perpetuo, sumida en el inicio de una decadencia eterna. Hay en ella dos zonas bien diferenciadas, la de los ricos y la de los pobres, lo cual la convierte en un hervidero de conflictos sociales soterrados.
D: Tal como sucedía en «Irlanda» (Ed. PIaneta, 1996) existe en esta novela una constancia al viaje, una sugestiva alusión a destinos remotos.
E. F: En mi opinión, el tópico del viaje está presente desde la Odisea, el poema Itaca nos cuenta que lo importante no es el punto de llegada sino lo que ocurre durante la travesía. En este sentido, la literatura es para mí la mejor evasión porque implica un cierto cambio de estado en el que abandonas por un momento tu propia realidad para vivir en un ámbito totalmente imaginario. Soy consciente de que ello supone un gran esfuerzo para el lector , pero yo únicamente escribo para lectores inteligentes.
D.: Por lo que he podido saber de su biografia es usted una artista de lo más polifacética. A los doce años cursó estudios de bel canto, los 16 realizó una gira por toda Europa acompañando al tenor José Carreras, además escribe sin cesar desde la pubertad y, en sus ratos libres, dibuja. Se dirìa que responde al canon renacentista, según el cual, quien posee talento y sensibilidad para el arte puede expresarlo en cualquiera de sus disciplinas.
E. F: Me encantaría poder decir que tengo talento, pero no sé si sea cierto. En cualquier caso, creo que la especializacion es cosa de insectos. Tengo la sensación de que ésta es una sociedad que al menor descuido nos convierte en expertos en cuestiones ínfimas y al mismo tiempo nos exige que sepamos de todo.
D.: ¿Dónde es más difícil dar el do de pecho: en la ópera en la literatura?
E. F: En la música, sin duda. El mundo de la ópera es un mundo de apariencia en el que no es necesario tener una inteligencia excesiva. Todavía en el renacimiento se consideraba que los ejecutantes eran poco menos que animales de carga, mientras el peso creativo recaía en los compositores, y algo de eso hay todavía. En general existe muy poca formación intelectual, pero es un mundo feroz donde hay una rivalidad tremenda. Y eso me asustó mucho. Ten en cuenta que en el canto tú eres el instrumento, lo que el público adora no es tu habilidad para tocar un violoncelo, sino a ti por tener una voz privilegiada. Así que la vanidad es inmensa. En ningún otro campo del arte se da el fenómeno del divísmo como en la ópera.
D.: Pero entre los escritores hay también grandes divos.
E. F.: Puede ser. Pero entonces yo era sólo una niña. Y ahora, en cambio, soy capaz de distinguir al artista de la obra. Sé que un escritor puede ser una persona indeseable y, sin embargo, escribir divinamente.
D.: Para tener apenas 24 años, se expresa usted de una manera peculíarmente adulta. ¿Ha tenido a menudo la sensación de ser tratada como bicho raro más que como una niña prodigio?
E. F.: Ocurría cuando era mucho más joven. Sucede que, desde pequeña, leía mucho y me expresaba con gran pedantería. Supongo que era una manera de destacar, pero en el instituto vivía en un ambiente de incomprensión total. Encima me dedicaba a la ópera y en esa época lo que estaba de moda era Dincan Dhu. Así que había burlas de todo tipo, creo que en el fondo subyacía una gran envidia pero la sensación que yo tenía era distinta. Ahora ya no, quizá porque cadá vez voy seleccionando más a la gente y he conseguido distintos niveles de conversación.
D. :¿Por qué firma con sus das apellidos y no con su nombre de pila?
E.F.: En parte por una cuestión emotiva. Yo no quería renunciar a ninguno de mis apellidos por lo que, al principio, le propuse a mi agente firmar símplemente Laura, pero ella me dijo, con muy buen tino, que eso sonaba a tienda de medias. Así que estuvimos dándole vueltas y pensamos que Espido Freire sonaba bien y además era un tanto ambiguo.
D.: Un tanto andrógino diría yo.
E. F.: Así es, y eso me gusta. Me divierte que puedan pensar que soy un escritor en lugar de una escritora.
D.: Eso nos lleva a la pregunta del millón. Si reconocemos que existe una psicología femenina ¿por qué nos cuesta tanto reconocer que existe también una literatura femenina?
E.F.: Es evidente que hay un tipo de literatura que le gusta más las mujeres que a los hombres, así como es evidente que hoy en día el público lector es mayoritariamente femenino. En consecuencia, hoy hay autores que escriben de modo y manera que agrade a las mujeres. Pero de ahí a decir que existe una literatura femenina...
D.: Yo me refiero más bien a la literatura hecha por mujeres sobre mujeres; y al hecho de que aún resulte extraño que una escritora adopte una voz masculina.
E.F.: Es que quizá nos interese menos. Durante siglos la única visión de la mujer que nos ha llegado a través de la literatura ha sido escrita por hombres y, si no rompíamos con eso, si no escribíamos desde una perspectiva femenina sobre lo que las mujeres pensábamos de nosotras mismas, no hubiéramos tenido nunca una idea precisa de nuestra propia identidad como mujeres y como escritoras.
D.: ¿Y a usted qué tipo de mujer le interesa literariamente hablando?
E.F.: Me fascina la mujer fuerte y un tanto malvada. En general, creo que se ha explorado muy poco en la capacidad que tiene la mujer para desarrollar su maldad y en los remordimientos que ello le causa porque, culturalmente, existe aún una evidente fascinación hacia el bien y un rechazo instintivo del mal, es una especie de pena moralizante heredada.
D.: Usted pertenece por edad a eso que se ha dado en llamar la Generación Kronen, se identifica con el resto de escritores que la integran?
E.F.: Para empezar, a nadie le gusta que lo sitúen en una generación determinada, además yo soy tres o cuatro años más joven que José Angel Mañas y la temática que trato es totalmente diferente a la suya, en cuanto a que no aspiro a tocar temas realistas y urbanos que, salvo excepciones, parece ser la tónica dominante.
D.: ¿Cuáles son sus principales referentes literarios?
E.F.: De niña he leído casi todos los cuentos clásicos en sus versiones originales. Esos cuentos y la mitología me introdujeron en un mundo simbólico que después me ha sido muy útil en mis novelas. Además reconozco la influencia de Virginia Woolf, de Cortázar, de Borges, aunque siempre he pensado que mencionar a los autores que te han influido es como hacer una especie de lista de aquellos que aún no has leído.
D.: ¿Qué opina de las fórmulas de promoción que las grandes editoriales emplean para lanzar jóvenes escritores y, sobre todo, escritoras?
E.F.: Si lo que se pretende es vender, todo vale. Ocurre que para mí escribir no es simplemente una cuestión de ventas, ni siquiera de fama. Yo escribo porque tengo una incapacidad notoria para dedicarme a algo que no me gusta y porque me seduce mucho la posibilidad de vivir muchas vidas en una sola y eso es algo que sólo se consigue con la literatua.
D.: Pero no hablamos de escribir sino de publicar, ¿cómo se hace para que las grandes editoriales te tomen en serio a los 22 años?
E.F.: En mi caso publicar no es más que la consecuencia natural de un proceso de creación que arranca cuando tenía menos de 15 años.
D.: Me refería a si tiene usted un agente editorial o si va por libre.
E.F.: Por supuesto que tengo un agente editorial. Pero cuando llegué a él, tenía ya escritos cerca de cien cuentos y tres novelas, y sabía exactamente qué era lo que quería hacer con mi carrera.
Aland la blanca
DeBolsillo. 2001
Entrevistas:
>"Me gustan los fantasmas"
La Razón Amilibia. 1 de Abril de 2001
Dice que éstos son buenos tiempos para la lírica, aunque a ella le gustaría ser más épica e incluso melodramática que lírica. Dice Espido Freire que le gustaría creer que el libro de poesía que acaba de presentar, «Aland la blanca», no se publica sólo porque ganó el premio Planeta. Dice que ella se considera sobre todo una contadora de historias.
“Aland la blanca”. Un título lleno de aes...
- Sí, abierto, lleno de sugerencias. Asociamos la "a" a lo femenino. Lo femenino es sugerente.
- Es su primer libro de poemas. ¿Malos tiempos paca la lìrica o...?
- Creo que son buenos tiempos para la lírica. Pocas veces ha habido tanto interés por la poesía y tantos lectores.
- Pues los poetas se siguen quejando de que se lee poca poesía y se vende poca poesía...
-¿Cuándo se ha leído mucha poesía, cuándo se ha vendido mucha poesía? Siempre ha sido minoritaria.
- Me imagino que para mal.
- Para los que gozan con posturas elitistas, para bien. Para el común de los mortales, para mal.
- Habla en sus versos del afán de búsqueda de una persona que anhela lo imposible...
- Eso es. Siempre anhelamos volver a la tierra maravillosa de la que nos expulsaron al nacer. Siempre anhelamos un paraìso, una tierra perdida...
- ¿Alguna relación, aunque sea freudiana, con el País Vasco?
- No. Hablo de una tierra metafísica: la serenidad, la nostalgia...
- La patria nunca encontrada...
- Sí, la infancia, la muerte, el miedo.
- ¿Y qué anhela usted utimamente, si puede saberse?
- Tiempo y serenidad. Tiempo aunque sea para perderlo. Y serenidad porque, aunque no lo parezca, soy una persona pasional y cambiante, de carácter visceral. Desearía ser más equilibrada.
- ¿Anhela algún imposible.?
- Sí, pero aún no le he puesto nombre.
- Poemas épicos. ¿Es usted épica?
- Soy más lírica que épica. Me gustaría ser más épica, incluso melodramática, pero me temo que me están colocando en el lirismo.
- Y en ese tiempo medieval que refleja, ¿le gustaría jugar a ser la dama que espera en la almena o...?
- Depende. Si puedo ser la dama que espera en la almena, pero con dos trovadores detrás, la cosa se anima. Esperar sin más es muy aburrido.
- ¿Y ser el caballero en busca de aventuras?
- Largas jornadas cabalgando con tan pesada armadura no debe ser cómodo.
Cinturón de castidad
- Tampoco lo eran los cinturones de castidad...
- Los mismos que inventaros el cinturón de castidad inventaron las ganzúas, o sea, que no debía ser para tanto.
- Ha podido publicar este libro gracias al premio Planeta, es un lujo ahora que se puede permitir, ¿verdad?
- Quisiera pensar que no es así, pero he de reconocer que es así.
- No se considera novelista, ni ensayista, ni poeta: sólo escritora.
- Sobre todo una contadora de historias.
-¿Y qué historia está ahora?
-Investigo una historia de amor y de fantasmas que me está entusiasmando. Me gustan los fantasmas. Investigo si es posible enamorarse de alguien que no existe.
- ¿Y?
- Parece ser que sí
-No habrá descubierto al sucesor de Aznar, eh?
La última batalla de Vincavec el bandido
S.M. 2001
Entrevistas:
“La Fantasía es lo que nos salva de ser todos la misma persona”.
Por María Luisa Pedrós, Cultura & espectáculos. Diario de Avisos. 19 de Abril de 2001
En 1999 obtuvo el Premio Planeta con Melocotones Helados. Con tan sólo 24 años de edad se convirtió en la más joven escritora galardonada con un premio que hasyta hoy ha sido otorgado a diez mujeres. Desde ese día, Espido Freire ha publicado ensayo, poesía, relatos cortos, artículos de opinión y, lo más reciente, La última batalla de Vincavec el bandido, su primera novela juvenil.
- Desde que obtuvo el Planeta ha mantenido quince colaboraciones mensuales en distintos periódicos, ha escrito más de 300 relatos cortos y anuncia seis novelas que tiene en preparación. ¿Cómo es posible?
- Porque soy una trabajadora incansable. Escribo desde los dieciséis años y hace cuatro me dedico exclusivamente a esto. Es un trabajo que me tomo muy en serio, al que le dedico tiempo y ese es el resultado.
- ¿Y no teme que todo esto quede en una nube de éxito fugaz?
- Ni me preocupa el éxito ni lo que digan los demás. Lo que realmente debe preocupar a un autor es su trabajo, y con esto no quiero parecer soberbia, sólo que me tomo muy en serio lo que hago y trabajo muy duro.
- Han dicho de usted que es de los máximos exponentes de la nueva literatura femenina. ¿Hay tal literatura?
- Eso es algo de lo que se viene hablando desde hace cuatro o cinco años, de una renovación literaria en el país. sinceramente, no sé si se trata de un movimiento de renovación, con todo lo que eso comporta, pero sí es cierto que cada día se publica más a gente joven, que es más fácil y que hay más nuevos escritores.
- Sus últimas publicaciones han sido un poemario, un ensayo y una novela juvenil. ¿Por qué tanto cambio de registro?
- Tengo 26 años y he de ir perfilando mi territorio. Creo haber hallado ya un lenguaje propio, aunque no puedo aventurarme a decir lo mismo del estilo. Pero busco aprender y esta es mi fórmula, escribir, escribir, escribir. Si el resultado merece la pena que sea leído, lo doy a leer, si no, lo desecho.
- ¿No se es muy joven a los 25 años para escribir un ensayo sobre el primer amor?
- Realmente, la obra ha tenido tan buena acogida por parte del público y la crítica que cualquier duda que tuviera terminó por diluirse, y esto tampoco es arrogancia. Me parece que es injusto que mi edad, mi sexo u otra característica similar sirva para juzgar una obra. Pero además habría que preguntarse si una mujer de 25 años no está capacitada para hablar de amor, ¿no?
- ¿Le resulta un hándicap su edad?
- Depende, hay gente que lo ve como un logro y otras que sienten ciertos prejuicios a la hora de acercarse a mi obra.
- En cierta ocasión, comentó que no creía en la literatura juvenil y ahora publica La última batalla de Vincavec el Bandido.
- No creo en la literatura juvenil como género porque considera a los adolescentes como inútiles integrales, pero tal y como están las cosas sí creo que es necesaria una literatura que los acerque a la narrativa mayor.
- La fantasía está muy presente en su obra, la utiliza en esta última novela, la utilizó en Primer Amor.
- Es que creo que la fantasía es la salvación del ser humano. Actualmente asistimos a una grave paradoja, por un lado se potencia la creatividad y por otro, tras la falsa etiqueta de la multiculturalidad, nos visten, peinan, pintan y nos hacen hablar y comportarnos a todos como si fuéramos la misma persona. Ahí es donde la fantasía puede ayudar.
- ¿Para cuándo la segunda entrega de la trilogía iniciada con Donde siempre es octubre?
- Para otoño. Dentro de unas semanas me iré a vivir a Noruega para acumular nuevas experiencias y estudiar a fondo su literatura y, a la vuelta, daré a imprenta la historia, una narración de amor y fantasmas.
Diabulus in musica
Planeta, 2001
Entrevistas:
Necesitamos a los fantasmas. Espido Freire.
Por Belén Lorenzana. Epoca. 2 de Noviembre de 2001
Hace dos años se convirtió en la autora más joven en recibir el Planeta con Melocotones helados. Tenía 25 años. El galardón le proporcionó 14 ediciones, 300.000 ejemplares y una presencia abrumadora en los iiiedios. Pese al éxito, Espido Freire no quiere estancarse porque “sería un fracaso que dentro de cinco o seis años continuaran llamándome la niña del Planeta", afirma. Y ahora, con Diabulus In Musica reaparece para demostrarlo.
- Diabulus In Musica, ¿por que ese título?
- El Diabulus in Musica era una teoría musical en el clasicismo y el medievo. Entre el Fa y el Si había una gran distancia, una cuarta aunientada, por donde se decía que se colaba el diablo en la partitura. Me pareciò que esa teoría reflejaba perfectamente el estado de ánimo de la protagonista y del resto de los personajes. Esa lucha para conseguir el orden y ese momento en el que el caos, el diabulus, irrumpe en su pequeña burbuja organizada.
- ¿Qué hay de usted en la protagonista?
- Absolutamente nada. De hecho la parte en la que invertí más esfuerzo fue en la de crear una voz narrativa en primera persona de mujer, que resultara contradictoria, desesperante en algunos casos, pero que continuara resultando atractiva, que no moviera sólo a la ira, sino también a la compasión.
- ¿Y por qué la primera persona?
- Porque convierte inmediatamente al lector en cómplice. El lector ve la historia únicamente a través de unos ojos, que son los de la protagonista. Además, se dan una serie de datos que, quizá proporcionados en tercera persona resultarían más fríos.
- Balder, el dios nórdico del Sol del verano, es la conexión.
- Balder ofrece aspectos de interpretación muy distintos. Por un lado, el dios que luego se transformó en Jesucristo dentro de la mitología nórdica. Por otro, es el fantasma: el real de Mikel, primer amor de la protagonista, y el que ella se ha creado a lo largo de los años. Y Balder fue también el personaje que dio a conocer a su nueva pareja, Christopher, el actor. Ella hace una especie de puzzle de esos elementos para buscar el hoimbre ideal.
-No es la primera vez que aparecen fantasmas en sus novelas...
-Es que son tremendamente cómodos y muy jugosos en una historia. Cada cual tiene el suyo. A veces no son fantasmas reales, son únicamente pensamientos obsesivos o recurrentes, o miedos”. El ser humano contemporáneo y especialmente los creativos, necesitan una explicación más allá de la realidad.
-Otro elemento que se repite es el de la muerte.
-Es inevitable. Como persona no estoy especialmente preocupada por ello todavía, pero como tema literario no he encontrado otro mejor. Muerte violenta, por sacrificio, involuntaria...
-¿Ha habido una evolución en su estilo?
-Creo que sí. Ha sido bastante duro. Por primera vez me ha costado escribir una novela. He encontrado dificultades en el tono y en el estilo, en cómo depurar una historia que en sí era muy dramática únicamente porque a la protagonista se lo parecía. De qué manera reflejar eso en una estructura temporal y de una forma estilística adecuada.
Cuando comer es un infierno
Aguilar, 2002
Entrevistas:
Espido Freire: «Ser bulímica supone ser profundamente infeliz».
Beatriz Cortázar. ABC. 29 Marzo 2002
La escritora Espido Freire (Bilbao. 1974) reconoce que fue bulímica. Lo reconoce y lo escribe en el libro «Cuando comer es un infierno» (Aguilar) en el que denuncia, a base de testimonios, las razones por las que miles de jóvenes sucumben ante este mal.
- ¿Por qué lo ha escrito?
- "Cuando comer es un infierno» es un libro de testimonios. Las mujeres que me han confiado sus casos no han cometido ningún pecado, ninguna falta de la que deban confesarse, ni por la que deban pedir la absolución. Reconocer que se ha padecido una enfermedad que tiene que ver con el comportamiento y con los afectos y que no posee un origen física resulta aún muy complicado en la sociedad actual- tiende a asociarse con el descontrol, con la locura, con las manías. Por otro lado, al haberse clasificado como una enfermedad de adolescentes, se ha considerado hasta hace muy poco como poco más que una tontería. Por supuesto que es aún difìcil admitir una bulimia, una anorexia, no tanto por las/los enfermos, que están deseando hablar de ello sin que se les suponga vergonzoso, sino porque por lo general se encuentran en un entorno que juzga y encorseta sus sentimientos, que tiende al ocultamiento. Pero mi deber ético como escritora, como una voz lo suficientemente afortunada como para ser escuchada, es la de prestarla a los que no pueden hablar y creo que el tema es serio, muy serio, tan serio que no me bastaba con escribir artículos sobre ello.
- ¿Cómo se ha quedado después?
- Agotada. La promoción ha sido intensa, el impacto del libro muy grande, he recibido llamadas y cartas, contactos de personas enfermas o de sus familiares, unas con peticiones de ayuda, otras con agradecimientos: da igual, cada uno de esos casos humanos me afecta muchísimo.
- ¿Sigue siendo la bulimia una enfermedad desconocida?
- Sí. La inmensa mayoría de la gente la confunde con la anorexia, otros creen que es glotonería, otros piensan que ser bulímica es ser obesa, y en general se le resta importancia a sus efectos. Como se lleva en secreto y está cargada de vergüenza, casi nadie tiene una idea realista de lo extendida que está, y de que existen distintos grados con consecuencias y diagnósticos distintos. Otro de los problemas es que muchas de las enfermas o sus familias no saben a quién acudir en busca de ayuda.
- ¿Continúan siendo las mujeres instrumentos fáciles de modelar?
- Sí... estamos demasiado acostumbradas a que nos digan lo que hemos de hacer, cómo vestir, cocinar, limpiar, hacer ejercicio, seducir, cómo comportarnos... para colmo existe un chantaje brutal para ser «femenina», es decir, para renunciar a un carácter propio y explotar características como la dulzura, el sacrificio y la abnegación. Y, sobre todo, se nos imbuye a todas horas la necesidad de resultar sexies y atractivas, de objetualizarnos. Y las mujeres no sólo nos sometemos, sino que criticamos brutalmente a quien no lo hace.
- Buscar culpables no es fácil aunque haberlos haylos. ¿Dónde están?
- En todos los sectores que favorecen una imagen femenina pasiva, débil (física y socialmente), las desigualdades, el machismo, la supresión de sentimientos... es decir, prácticamente en cualquier parte. En el sector de la moda, en la publicidad, la televisión, las revistas femeninas y las revistas masculinas, la educación, la estructura familiar, el ambiente de trabajo...
-Ser bulímica es ser...
-Profunda y desesperadamente infeliz.
-La tiranía de las modas siempre es el punto de mira. ¿Qué opina?
-La moda ejerce una presión inmensa en las mujeres: no es la única responsable, pero no deberían negar su responsabilidad, sobre todo cuando se asocia a la publicidad. Hoy por hoy, los únicos cuerpos que tienen cabida en los medios públicos son jóvenes, delgados y prácticamente inalcanzables... obviamente, eso ayuda a sobreentender que eso es lo normal. Pero la influencia de la moda va más allá de las tallas pequeñas o las modelos delgadas. Las mujeres elegantes, las que se asocian a la moda, son por lo general admiradas y copiadas, porque se las considera exitosas y ricas. Casi todas ellas pertenecen a clases sociales ociosas, o a trabajos en los que prima el aspecto físico. Eso supone que las niñas y los jóvenes carecen de modelos de mujer trabajadoras, intelectuales, de edad mediana y carreras coherentes.
-Las grandes diferencias entre la bulimia y la anorexia son...
-Numerosas: la bulímica no posee la capacidad de control de la anoréxica. Suelen ser más impulsivas, más espontáneas, mujeres extrovertidas y brillantes en las que nadie sospecharía un problema. Comen hasta atracarse porque la comida les sirve de sedante y como modo de llenar su vacío interno, y luego se sienten tan culpables (creen que se volverán obesas, se sienten sucias, creen que han vuelto a fracasar) que intentan librarse de esa comida mediante vómitos, o laxantes, o diuréticos.
-La información es básica y su libro también informa. ¿Qué sigue haciendo falta?
-Respeto. Comedores de día. Una educación adecuada que valore los principíos femeninos tanto como los masculinos, y que favorezca la seguridad y la capacidad de las niñas. Una política eficaz que sirva para la prevención y no únicamente para la curación.
- ¿Se ceba la cirugía estética, la alimentación y la tiranía de la moda con las adolescentes?
-Sí. Ningún menor de edad debería someterse a cirugía estética, a no ser que fuera correctora, y las imágenes que se dirigen directamente a losadolescentes deberían reflejar una realidad, no el ideal. Ocurre lo mismo con las dietas de adolescencia. Si una chica de 15 años con una talla 40 decide iniciar una dieta de adelgazamiento, el problema no es físico, sino mental.
-El mejor consejo es...
-Hablar, y exigir ser escuchada.
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"La bulimia surge por los condicionantes sociales de la mujer".
Ignacio Labanda. www.portalsolidario.net
"Yo fui bulímica, no lo oculto, pero lo que cuento en el libro es solo la percepción que tengo acerca de la bulimia: mi opinión y casos reales de la bulimia", sin mas preámbulos, así de sincera se muestra la. escritora bilbaína de 27 años. Espido Freire acaba de presentar su último libro Cuando comer es un infierno en el que entrevista a cuatro víctimas de la bulimia. En España exista entre 800.000 y 1.000.000 de casos, y la mayor parte de ellos sin diagnosticar.
Muchas personas no saben que es la bulimia.
Según los médicos consiste en ingerir cantidades excesivas de comida de forma compulsiva. No se controla el ansia. Después de comer se produce tal sentimiento de culpa, fracaso y vergüenza que, para liberarse de todo eso, se provocan vómitos o se usan laxantes. Es un trastorno psicológico que esconde profundas carencias afectivas. Lo padecen fundamentalmente las mujeres, pero también los hombres, y últimamente, por desgracia, empiezan a sufrirla muchos niños.
La idea de escribirlo, ha explicado usted misma, surgió al encontrarse con una página web que hablaba acerca de la anorexia, escrita por una chica que padecía esa enfermedad...
Yo fui bulímica, no lo oculto, pero lo que cuento en el libro es solo la percepción que tengo acerca de la bulimia; mi opinión y casos reales de la bulimia. El objetivo principal del libro Cuando comer es un infierno no es atraer la atención hacia mi historia personal, sino divulgar este gravísimo y casi desconocido problema, atajar los tópicos y hacer una tarea de divulgación. El libro tiene varios fines, uno de ellos es de romper con las ideas establecidas, como que la enfermedad la pueden padecer solamente adolescentes o que el único problema en que consiste es que la enferma o el enfermo vomita lo que come, pero son muchas más cosas las que envuelven esto. Yo quería dar una visión objetiva, verídica, y si con todo esto ofrecía alguna esperanza, una solución o incluso un cambio real para las bulímicas o sus familias, mucho mejor.
¿Por qué se cae en la bulimia?
La bulimia es una enfermedad que se definió a mediados del siglo XX. A mi entender, se ha multiplicado de esta manera debido a los condicionantes sociales y las presiones que se ejerce sobre la mujer. Todo nos obliga a ser perfectas y a responder a todas las demandas que se nos presentan. No hay una única causa: influye la presión social, los condicionamientos familiares y de amistad, la búsqueda de la perfección, la inseguridad... la dolencia afecta a las personas más sensibles, a quienes han intentado siempre contentar a los demás y se han olvidado de qué necesitan ellos.
¿Qué tienen en común las mujeres que padecen esta enfermedad?
Yo creo que las mujeres que tienen bulimia o la anorexia no están satisfechas con el papel que las han obligado a adoptar y el único modo de protesta que tiene es éste. Estas mujeres están furiosas no solamente contra la sociedad en general, sino contra los mensajes que continuamente les mandan diciendo que ellas no valen y que tienen que seguir un cierto patrón de belleza.
¿Este problema tiene mucho que ver en como se perciben los jóvenes en estos días?
Sí, les presentan a una imagen de Britney Spears como modelo a seguir, y después se les culpa de que usan escotes excesivos… pero eso es precisamente lo que están viendo, series de televisión que les impone esta serie de imágenes como ideales. Se les está negando la dignidad y muchas de ellas son menores de edad. Aunque también hay otra vertiente; ahora continuamos siendo jóvenes hasta una edad muy avanzada. Los productos para jóvenes, los programas, la música y demás, lo que lleva implícito es el mensaje de mantenerse joven a toda costa y no creo que sea beneficioso. Nos está obligando a vivir en un círculo, en un mundo cerrado, en que lo único importante es simplemente eso.
¿Qué se puede hacer para una posible solución a la enfermedad?
Una reeducación dietética, apoyo psicológico, una reactivación de los mensajes, trabajar en la autoestima, actuar de una forma conjunta. No sirve de nada que se le dé una terapia psicológica si cuando la chica llega a casa su familia no entiende su enfermedad ni apoya su recuperación.
¿Cómo superó la bulimia?
La bulimia genera sufrimiento, angustia por no controlar tu vida, terror a la muerte y a la soledad, y vergüenza de que te descubran. Es la enfermedad que más suicidios provoca. Las repercusiones también son terribles: erosión de dientes, quemaduras en el esófago o el tubo digestivo por los ácidos gástricos y daños en los riñones o el corazón. Por mi parte, me recuperé hace algunos años, y por suerte no tengo ninguna secuela.
¿Cómo ha sido la experiencia de escribir sobre la enfermedad de la belleza?
Sin ninguna duda ha sido dura, porque he escrito sobre testimonios de casos reales. Había sentimientos a flor de piel, el del caso que contaba y también el de otros parecidos que iban apareciendo. En ocasiones lo pase mal; me cuesta desvincularme de los sentimientos ajenos.
Normalmente, ¿de donde saca sus historias?, ¿de vivencias personales o de la imaginación?
Las dos cosas. La mayoría de las veces no me gusta lo que veo, imagino que como la mayor parte de la gente. Vivimos en una sociedad contradictoria, violenta, cruel incluso, y no me muevo con comodidad en ella. Sin embargo cuando hablamos de literatura estamos hablando de una postura estética que no tiene nada que ver con lo que yo pueda escribir o como pueda reaccionar respecto a la sociedad, sino de que manera quiero enfocar mis novelas o mis cuentos.
Nos espera la noche
Alfaguara, 2003
Entrevistas:
"Se centra todo en lo inmediato y esa no es mi postura frente a la literatura”
Entrevista en Prensa Quatro, 3 de Diciembre de 2003, por Paula Arenas
P: En tu última novela “Nos espera la noche” (Alfaguara), haces una incursión en el mundo de la fantasía.
EF: Sí, ya lo hice en “Donde siempre es octubre”, la primera novela de la trilogía, pero como entonces era una autora desconocida y ahora no, pues ha sorprendido mucho.
P: Consigues transportar al lector a un reino imaginario. Has huido de los más inmediato.
EF: Si la literatura no consigue transportar al lector, hay algo que se ha quedado en el camino... No me interesa una literatura ideológica, ni especialmente urgente...
P: ¿Eres una escritora impulsiva?
EF: No, hasta que mi historia no esté perfectamente trazada en mi cabeza no empiezo. Cada autor tiene un sistema distinto y todos son buenos. Hay una división bastante grande entre los que consideran el arte como inspiración, y quienes lo consideramos un estímulo inicial para ser trabajado.
P: Escribes poesía también, aunque mucha gente no lo sepa.
EF: Pero soy muy mala. No, lo que pasa es que el mayor reto que tengo es mejorar el sentido del ritmo, de la trascendencia. Soy una buena narradora y tengo recursos para enganchar, pero escribo una poesía uin poco tramposa, es poesía épica. La novela es para mí más abarcable, en la poesía está todo a la vista. En la novela caben más cosas, cabe todo. En la narrativa tengo bastante criterio, pero en la poesía... me pierdo.
P: ¿Participas en “Madrid. Estación Poética”?
EF: Sí, en el Centro Cultural de la Villa, en los ciclos poéticos... La poesía es un mundo fascinante.
P: ¿Cómo vives el hecho de ser una autora conocida?
EF: Los lectores son una minoría, en realidad se lee tan poco...
P: Sí, pero dentro de esa minoría hay muchos que sí te conocen.
EF: Pues como era el objetivo que yo tenía marcado, la verdad es que no me lo planteo. Es un tipo de fama cómoda. No me reconocen por la calle, con lo cual no me molesta y al mismo tiempo ofrece una garantía. Aprovecho para publicar textos que de otra manera posiblemente no podría.
P: ¿Cuando decides que o escribes o nada?
EF: La desición de ser profesional, de dedicarme a la literatura pasara lo que pasara, la tomé a los 18 años, pero desde varios años antes, a los 15 años, ya lo tenía claro. La decisión conciente la tomé cuando estudiaba primero de Derecho y lo dejé para estudiar Filología Inglesa. La mayoría de mis compañeras querían ser profesoras y dos o tres especialmente brillantes querían dedicarse a la investigación. Y luego estaba Espido que quería ser escritora. Recuerdo que en el examen de reválida, en Deusto hay que hacerlo para convalidar con la pública, mi rector se quedó preocupadísimo cuando dije que yo iba a dedicarme a coordinar revistas literarias y a escribir. Se quedó el pobre con una casa... Era un mezcla de compasión y... Pensó: esta acaba en una academia, mientras decía: bueno, tiene que haber de todo... Pero lo decía con una poca fe...
P: Tu literatura tiene una madurez sorprendente...
EF: Es que en realidad la edad no tiene tanto que ver. Existe el tópico de que los escritores jóvenes tenemos que escribir sobre determinados temas.
P: ¿Crees que se espera algo de ti como escritora?
EF: Existe la idea de dar al lector lo que espera de nosotros, y a mí me parece que eso es un error, que estamos maleducando al lector. me estoy hartando de decirlo pero es verdad. El placer ya no está en la obra, todo se está centrando en la figura del escritor como elemento atractivo, mediático; o bien en complacer al lector...
P: En lo más inmediato quizá...
EF: Exacto, se centra todo en lo inmediato. Y esa no es mi postura frente a la literatura. No lo es cuando escribo, no lo es tampoco cuando leo. Hay unos cuantos que lo pensamos, pero como no hay una generación de mi edad, porque estamos muy descabalados... Entonces los tópicos continúan. No pasa nada, cuando lleguemos a los cuarenta posiblemente ya se hayan consolidado más escritores de mi generación y veremos qué hacemos.
P: ¿Hay algo de lo que has escrito que suprimirías, que te gustaría no hacer publicado?
EF: No, hasta ahora no, porque cuando he publicado algo es porque estaba muy segura de lo que publicaba. He tenido los libros mucho tiempo en nevera, en cajón... Sí hay alguna partecita que si se volviera a hacer una edición de mi primera novela Irlanda, cambiaría. Revisaría un par de frases.
P: ¿Qué obra de las que has escrito es la que más satisfacción te ha ofrecido y te ofrece?
EF: Eso es difícil, porque cada obra ofrece una satisfacción distinta. Melocotones Helados fue el Premio Planeta y eso da satisfacción, Irlanda también me ha dado muchas satisfacciones, Donde siempre es octubre también... Y luego el ensayo que me permite cultivar una faceta muy distinta, el último, por ejemplo, el de anorexia y bulimia.
P: Cuado comer es un infierno, ¿no?
EF: Sí, es un ensayo con el que lo pasé mal.
P: Es una obra valiente, con la que tuviste que sufrir...
EF: Lo pasé mal escribiéndolo porque era enfrentarme a una serie de historias que yo conocía y al tiempo ver qué tenía eso en común con mi experiencia y con la de otras personas, y además no me he desvinculado de esa causa. Fue la primera apuesta decididamente ética que yo hacía. Fue un triunfo sobre una misma, sobre la perfección... Me queda mucho por hacer, pero bueno, de momento voy haciendo cosas distintas.
P: ¿Qué proyectos tienes?
EF: Acabar la trilogía, de aquí a dos años porque son novelas densas y complejas. Ahora publico un ensayo sobre literatura inglesa, y seguiré escribiendo cuentos que es lo que más me gusta. Tengo bastante facilidad para ello.
P: Porque los relatos se escriben como por un chispazo...
EF: Sí, yo en los talleres que imparto de literatura enseño, o trato de enseñar a mis alumnos, que esos chispazos pueden aprovecharse sin tener que esperar tres meses.
P: ¿Se escribe con el corazón?
EF: Mira, yo intento convencer a mis alumnos de dos o tres cosas y una de ellas es que no se esvribe con el corazón, se escribe principalmente con la mente y con la distancia, con la empatía y con todo lo que hemos ido haciendo antes.
P: ¿Qué otras enseñanzas te gusta que tus alumnos reciban?
EF: Que se puede aprender a escribir. Intento enseñarles a detectar estímulos, que no tengan que esperar dos meses, que puedan aprovecharlos todos los días. En la luz, en la música... Y es sorprendente ver hasta qué punto cuando estás con la antena disparada la cantidad de oportunidades que empiezas a ver.
P: ¿De verdad crees que se puede aprender a escribir?
EF: Yo no creo que de una persona sin talento se pueda sacar un genio, pero sí creo que se puede desarrollar. La literatura es ahora mismo el único arte que no tiene formación, los escritores no tenemos estudios de escritura, y quizá no podemos ser Prada o Cela, obvio, pero sí hay que brindar la oportunidad de desarrollarlo.
P: ¿Crees que la formación del escritor debería ser de otro modo?, ‘debería existir alguna posibilidad que no sea ser autodidacta?
EF: Muchos dirán: es que siempre se ha hecho así... Yo, que me dediqué tanto tiempo a la música, sé la importancia de la formación. Que se pueda considerar para los escritores un tipo de formación, igual que un bailarín tiene sus dos horas de clase u se le respeta. Ésa es una de estas luchas que llevo a retajabla. En este país son muy reacios, pero yo creo que se conseguirá.
P: ¿Qué cambiarías de la literatura más actual?
EF: Muchas cosas. En principio se cometen errores al difundir la obra, y por otro lado estamos en una sociedad basada en la reacción y en la imagen, de manera que no se invita a la reflexión. Tampoco existe una industria suficientemente desarrollada detrás del libro como para que se promocione, como se hace con la cosmética... No se fomenta el interés. Por otro lado existe una mala programación en general por parte de las editoriales. Lo mismo que creo que la literatura se puede enseñar, fomentar, la puesta de las editoriales, salvo excepciones, no me ha parecido correcta y yo intento hacer que eso cambie.
P: ¿Te desagradan las presentaciones convencionales?
EF: Estoy harta de presentaciones convencionales, sobre todo la puesta en escena, y por eso colabora conmigo una compañía de títeres. Es una manera de cambiar, porque no soporto la presentación laudatoria. Y ahí está la lucha.
P: ¿Qué manera crees que es la mejor para acercar la literatura a la gente?
EF: Hay dos maneras: una es educar y la otra, rebajar el nivel. La mayor parte de los gestores culturales optan por rebajar el nivel. yo creo que existe una tercera vía: enganchar al lector, no por la identificación, sino porque lo van a pasar bien y además es cultura.
P: Decía Benedetti que él siempre mete la poesía de contrabando...
EF: Sí, pues algo así. Yo te hablo del “terrorismo literario” que es lo que hago y lo que pretendo. Unido conlas presentaciones no convencionales hay dos cosas que me preocupan mucho. Una es la cesión de los derechos de autor, el que los autores consideremos por levantar la pluma ya nos tienen que pagar, y sobre todo no ser conscientes de que tenemos una doble dimensión: literatura como oficio mercenario del que vivimos y por otro como difusores de cultura, cosa que no se nos va a recompensar con los derechos. Es una lucha perdida pero que tenemos que hacer, porque si no vamos al “barranco”. Ahí entra el terrorismo literario, acciones literarias o artísticas fuera de lo común que no persiguen fin económico y que intentan promover la literatura por otros cauces, por ejemplo el bookcrossing, que yo ya lo hacía antes de que estuviera de moda. Con ello acabamos con esa historia de que no presto ningún libro porque no me lo devuelven, ¿y qué más da?, ningún libro es insostituible. Como yo he leído desde niña en bibliotecas, pues estoy acostumbrada a que los lea más gente.
P: Tú tienes una página web...
EF: Sí, www.espidofreire.com. Intento que la comunicación sea posible.
P: Te quejas mucho...
EF: Sí, me quejo porque estamos haciendo una aristocracia económica de la literatura que a mí me pone los pelos de punta. Y yo vivo en ella, soy muy consciente de mi privilegio. Ahora bien, no creo que sea lo único que existe.
P: Pero hay alguna iniciativa que...
EF: Sí, es cierto, por ejemplo en el metro hay unos carteles con textos de libros, pero hay un problema y es que sólo ponen el autor, no la obra de la que se extrae el texto.
P: Eres una luchadora...
EF: Bueno, pero en sentido pacífico, porque yo no soy agresiva, no nada parecido, es que creo que hay que cambiar ciertas cosas.
>El escritor no es dueño de otras vidas, pero sí las manipula
La joven escritora publica "Juegos míos", una recopilación de 23 cuentos en los que se sumerge en la parte más oscura del alma humana.
María Nájera
30/12/2004
Dice de sí misma que es observadora y romántica. Y no hace falta que ella lo asegure, porque es evidente a primera vista, que también es sensible y extremadamente inteligente. Ella es Espido Freire, una mujer que nada tiene que ver con la languidez que algunos le imaginan y que asegura que un día con suerte es aquél en el que leyó cuanto cayó en sus manos. Charlar con ella es una delicia y leer sus relatos, un placer.
Uno de los personajes de Juegos míos asegura que el ser humano a ratos, a fragmentos, es cruel. ¿Por qué?
Porque a mí no me interesa analizar las acciones. Me interesa ver dónde está el origen de esas acciones y, en muchas de las que me rodean a mí y a otra gente, adivino un propósito oscuro, que luego no se cumple -discusiones que no se llevan a cabo, malos pensamientos que se sofocan- pero la lucha entre ese bien y ese mal, muchas veces tiene un elemento de contención muy frágil que es lo social. Me interesaba describir eso de una manera muy sutil y con personajes muy normalitos. Hacer un viaje de las apariencias a la emoción primaria e invitar al lector a un paseo por las zonas oscuras.
La ambición, la pereza y el sentimiento de culpa desfilan por las páginas. ¿La vida misma le sirve en bandeja el material literario?
Sí, en ese caso sí. La novela parte de obsesiones constantes pero los cuentos nacen de revelaciones que tienen lugar en un pequeño gesto y de pronto, surge la historia. Eso se debe muchas veces a pequeñas casualidades o a reflexiones que proceden de dichas casualidades.
¿Cómo define la primera parte: El tiempo huye?
Habla de la cicatriz que te dejan determinadas experiencias vitales, hechos que de ninguna forma se pueden olvidar.
¿Es fundamental tener presentes los recuerdos y no perder la capacidad de soñar?
Yo no sé vivir de otra manera. En estos primeros relatos le digo al lector que esté muy alerta en la vida, que las decisiones no deben tomarse de manera inconsciente porque, en cualquier momento, esa vida puede cambiar. Estar alerta no significa estar en tensión, también se puede disfrutar. Sentir que lo que estamos viviendo es único y que el tiempo se escapa.
En la segunda parte, retrata la hipocresía convencional. ¿Hay algo que usted no soporte?
Muchas cosas. No me molesta la falta de cortesía, que muchas veces es necesaria, pero sí la falta amistad. No soporto la utilización de personas, de nombres. Es tan hipócrita, reúne todo: la presunción, la arrogancia, la envidia y la crítica desaforada.
En cuanto a los monstruos cotidianos presentes en el tercer apartado. ¿Qué teme Espido Freire?
Yo creo que temo a todo lo imprevisible, a lo que realmente no puedo controlar. Creo que es una defensa que nace de la neurosis, y reconozco que me lo paso muy bien planeando. Me gusta tener claro qué haré el próximo año.
Novela, ensayo, cuento... ¿En qué género se siente más cómoda?
En el cuento porque me permite la irrupción de lo mágico de una manera más creíble que en la novela; ser breve y pasar inmediatamente a otra historia; una intensidad que no soportaría una novela; y también me permite jugar y ordenar los propios cuentos de una manera divertida o terrible.
Entonces, ¿la Literatura es un juego?
No, la Literatura es mucho más que un juego, pero también tiene una variante lúdica y a veces se olvida por la trascendencia, por la identificación o por la estética literaria.
¿Y una vía para interpretar la realidad?
Eso sí. Es un modo de interpretar el mundo simbólico.
Incluso puede ser un vehículo para vivir otras existencias.
A veces también. En estos cuentos no me interesa tanto que el lector viva unas vidas ajenas, sino que se reconozca en determinadas emociones. Obviamente en el nivel de la anécdota y del significado más superficial, está esa vida ajena y el indagar, actuar de portera y mirar por la mirilla; pero me interesa más la identificación de tus emociones con las del personaje.
¿Y sus emociones también se identifican? Porque tengo entendido que huye de los tintes autobiográficos.
Gracias a Dios, mis cuentos no son autobiográficos. En el acto de la creación se toma algo que nos evoca una emoción determinada y se racionaliza. Y en ese proceso de racionalización, muchas veces es necesario quitar la vida porque estorba para llegar al esqueleto de la historia y luego, reconstruirlo de una forma que resulte más atractiva. Incluso aunque alguna historia viniera de una experiencia mía, ya sería otra cosa porque ha sido expurgada.
¿Cree que el escritor, en cierta medida, es dueño de vidas ajenas?
No sé si es el dueño, pero sí las manipula. Muchas veces esas historias que te llegan por vía ajena las haces tuyas, quitas, transformas y metes otros personajes, los incluyes en una historia que nada tiene que ver.
¿Alguno de sus personajes se ha resistido a abandonarle?
Me pasaba de más jovencita, ahora tengo más control; pero hay uno que, al menos, va a aparecer en otra historia: Loredana, un personaje muy siniestro, oscuro y torturado; y hay otro que se ha repetido en varias historias: Vincavenc el Bandido. Pero es que las historias de bandidos buenos, claro, siempre me han gustado mucho. No sé por qué me gusta el que estén al borde del bien y del mal para crear el bien, pero según te lo cuenten es un asesino o un ladrón, o un benefactor.
¿Espido Freire escribe para sí misma o para otros?
Por lo general, escribo para un lector invisible, cómplice. Lo que llamo el lector inteligente, alguien con quien jugar, a quien le guste profundizar en la historia. Que encuentre un eco que yo he emitido y me lo devuelva.
Mis lectores saben que con mis cuentos no se pueden relajar.
A través de una colección de 23 relatos, la Premio Planeta propone el juego de descubrir el lado oscuro del ser humano.
20/12/2004
Entrevista | Espido Freire
(Marina de Miguel/Madrid)
«Sin apenas cambiar, todos podemos convertirnos en personas malas». A partir de esta convicción, Espido Freire (Bilbao, 1974) descubre la crueldad innata del ser humano en Juegos míos, su nuevo libro de cuentos publicado por la editorial Alfaguara. En él, la ganadora del premio Planeta en 1999 con Melocotones helados reflexiona también sobre el paso del tiempo y los monstruos que existen en la actualidad.
-Muchos autores ven en los cuentos un oasis donde descansar entre novela y novela, ¿qué representan para usted?
-Es el género en el que me siento más cómoda. No me parecen un área de descanso, más bien, un área de experimentación. Sin embargo, existe una desconfianza casi legendaria en relación a este género; los lectores parecen requerir más novelas que, de todas formas, son lo único que encuentran cuando buscan ficción. Habría que hablar con los editores, pero éstos dicen que los escritores sólo escriben novela.
-¿Es el tema el que determina si escribirá un libro o un cuento?
-Tiene que ver con el modo en que aparece o se te ocurre la idea. Cuando la idea está entera en sí misma, es lo suficientemente intensa para aparecer ella sola y desaparecer ella sola, ése es un cuento. En cambio, si sirve de apoyo a otras ideas secundarias, estoy ante el germen de una novela.
-«Juegos míos» es otra prueba de su defensa de la imaginación frente al componente autobiográfico.
-Es cierto. En el caso de una escritora joven, como yo, y con una vida no muy interesante, tengo más que ofrecer imaginando, que relatando mis vivencias.
-¿Cómo perciben los personajes de «El tiempo huye» (la primera parte del libro) el inexorable devenir de la vida?
-Casi no lo perciben, como nos pasa a nosotros. Hasta que de pronto ocurre algo que nos hace cobrar conciencia de que ya no somos los mismos de antes: una muerte, un enamoramiento, alguien que nos llama señora. Descubrimos que algo ha ocurrido y que ya no volveremos a ser los mismos.
-¿Qué consecuencia trae ese descubrimiento?
-La nostalgia, el deseo imposible de volver atrás. Los lectores se van a dar cuenta de que tampoco ellos pueden volver.
-En «Quedamos para la merienda», el segundo apartado, destapa la crueldad del ser humano.
-Hablo de una capacidad muy aterradora que tenemos todos: la maldad. La posibilidad de, con una palabra, una frase o un gesto, hacer daño y destrozar la vida de los que nos rodean. Mis personajes juegan con una apariencia frágil, pero son capaces de causar un dolor que ellos mismos no pueden imaginar.
-Siempre hay que estar alerta...
-Mis lectores saben que con mis cuentos casi nunca se pueden relajar. Esto es un juego; cuando se cansan no pasa nada, lo dejan y luego volverán. Pero los juegos, como en la infancia, cuanto más complicados, más nos gustan a todos nosotros. De todas formas, son muy divertidos: la historia que se cuenta es a veces muy dramática, pero al suponer un desafío mental, se vuelve interesante.
Crimen a cuatro manos
Por B. Lacasa. Vogue España. 1 de Julio de 2005
Espido Freire y Raúl del Pozo han unido sus talentos para escribir una genuina novela negra a cuatro manos. El resultado es La Diosa del Pubis Azul (Planeta), la historia de un asesinato en un Madrid canalla.
Blanco y negro es el color en el que todos pensamos cuando hablamos de cinc negra o de naveta policiaca. Detectives enfundados en gabardinas; mujeres fatales que fuman, lánguidas, cigarros infinitos; mucho humo; lluvia; y un complejo misterio por resolver. En La diosa del pubis azul (Editorial Planeta), Espido se mete en la piel de una policía novata y seria, mientras que Raúl adopta el papel de un madero machista, de vuelta de toda. Así se teje una original y experimental novela cuyos capítulos alternan una y otra firma. Les hemos dejado charlando sobre su novela, el género negro y la literatura.
Espido Freire: Se trata de nuestra primera colaboración...
Raúl del Pozo: Ha sido una maravillosa incomunicación, nos pilló por medio la época del virus informático.
E. F.: Pero a pesar de todo, lu novela tiene mucha unidad, ¿no te parece?
R.d.P: De todas las novelas que he escrito, será por ti, pero es la que más estructura tiene. Es inconcebible que no hayamos hablado entre nosotros para escribirla.
E.F.: Hasta que no faltaron seis entregas, no sabíamos quién era el asesino. El arranque era importante, en eso nos pusimos vagamente de acuerdo.
R.d.P: Modestamente, creo que la novela refleja muy bien los bajos fondos, la verdadera vida, la plataforma sombría y violenta de Madrid. En ese sentido hemos cumplido con el objetivo de la novela negra que consiste en enseñar las cloacas.
E. F.: Había escrito mucho sobre el mal, pero nunca novela negra. Tú sí...
R.d.P.: Sí, pero este libro es diferente en cuanto a que es un experimento psicológico y del lenguaje. Es una conversación difícil entre dos seres humanos que se parecen tan poco como un hombre y una mujer.
E.F.: No es la primera pareja mixta de detectives de la historia, pero es interesante la visión tan distinta que ella y él tienen del crimen y de las víctimas. Cuando habla tu personaje, el horror parece casi poético.
Mitos de la novela negra, autores imprescindibles y novedades que este experimento ha aportado al género fueron algunos de los temas sobre los que charlaron Espido y Raúl. Preguntados sobre si repetirían en esto de escribir a cuatro manos y, en caso afirmativo, con quién, responden:
R. d. P.: Depende del resultado...
E. F.: ¡Qué pragmático eres! Yo iba a contestar que sí sin pensármelo dos veces.
R. d. P.: Elegiría a Santa Teresa. Estoy enamorado de ella, de su ninfomanía por Dios... Me pone los pelos de punta. Era una mujer culta, guapísima, caliente como un demonio... Su misticismo era tan fuerte que es casi pornografía.
E. F.: Es complicado elegir a alguien... De los españoles, no me gustaría ofender a nadie: así que de los extranjeros, escojo a un autor noruego, Erik Fosnes Hansen, que publicó una novela llamada Momentos de protección.
R. d. P.: Volviendo a la novela negra, yo recomendaría Crimen .y castigo, de Fedor Dostoievski.
E. F.: A mí me gusta Dennis Lehane.
R. d. P.: La novela negra está completamente desacreditada, se la considera un sucedáneo.
E. F.: Es un género que se presta mucho a la parodia. Es difícil devolverle la dignidad sin reestructurar sus bases.
R. d. P.: Las novedades que aportamos son: escribir a cuatro manos y por entregas, ilustrarla y la idea de que cualquiera puede ser un asesino.
Irlanda
Planeta, 1998
Espido Freire en Irlanda
“La fabulación nos permite compensar el final de la infancia”
Por Yaiza Martínez. TendenciaSXXI, Septiembre 1998
Espido Freire (Bilbao, 1974), ha publicado recientemente la novela Irlanda (Planeta, 1998), en la que se abre un intenso mundo femenino e infantil con sutiles planteamientos acerca del bien y del mal. En entrevista a TendenciaSXXI, esta joven escritora afirma que la novela debe acercarse al desarrollo del tiempo circular o en espiral para estar más acorde con la realidad que refleja, y que la utilización de la simbología en narrativa permite, además de asegurar la pluralidad de lecturas, que los diferentes géneros se toquen, que la novela se acerque a la poesía.
-¿Qué desarrollo le das al tiempo en tu narrativa? ¿Qué posibilidades literarias abre un tiempo no-lineal en la novela?
-Sin ninguna duda, el juego temporal implica, en mi opinión, uno de los desafíos más interesantes a la hora de estructurar una novela. Como elemento narrativo, complica y presta nuevas perspectivas a la historia. Como dimensión en la que los hechos se desarrollan, guía y modela las acciones. Ante la percepción del tiempo en la vida real, o en el recuerdo, que no es lineal, sino que entremezcla retazos y sensaciones ya vividas, o imaginadas para el futuro, la reducción de una historia a un inicio-desarrollo-fin no parece tener mucho sentido. Por esa razón la idea del tiempo circular, instantáneo, o incluso en espiral, con historias que giran produciendo un efecto de lanzadera, me resulta tan atractiva.
-¿Qué relación piensas que existe entre el mundo imaginario de un autor y su cotidianidad, su mundo real?
-Considero la capacidad de fabular, la habilidad de crear mundos o atmósferas propias, como uno de los logros más evidentes de un escritor; es la misma capacidad que poseen los niños, con sus juegos y sus amigos imaginarios, hasta que por una razón u otra se pierde, y supongo que la búsqueda de los lugares mágicos en la literatura trata de compensar esa pérdida. En mi caso, pasé directamente de hablar con mis amigos invisibles a escribir pequeñas historias, de modo que conservo aún gran parte de los elementos que componían las fantasías de mi infancia. Mis historias tratan de relaciones muy estrechas, habitualmente en el seno de la familia, en un paisaje determinado, norteño y húmedo, y en casi ningún caso reflejan hechos autobiográficos. Imagino que al igual que el niño escapa de los deberes, o del castigo, imaginando ser un héroe, o una princesa encantada, yo trato de estructurar el desorden de mi existencia y huir dedos malos momentos en mis historias de ciudades rígidamente planificadas.
-¿De qué manera puede ser llevada a la literatura la visión femenina del mundo? ¿Piensas quee esta visión puede modificar el lenguaje?
-La mujer escritora ha debido vadearse entre una multitud de dificultades, como mujer y como creadora, que, a mi entender, no se reflejan en la mayor parte de las historias que leemos. Al menos en narrativa, la incorporación de la mujer ha supuesto un mayor número de historias protagonizadas por mujeres, pero no un cambio significativo. El mundo femenino en la literatura continúa rigiéndose por las leyes del masculino, y sus personajes apenas poseen otra vida y otro significado que la relación con los hombres. Creo que en el momento en que pueda escribirse de la mujer como tal, sin asexuarla, se estará en la dirección correcta. Sólo una mirada profundamente honesta y nueva, equilibrada, será capaz de encontrar ese enfoque y ese lenguaje que, desde luego, supondrá un cambio importante la literatura. De alguna manera, es necesaria una fuerte carga de androginia para eliminar los prejuicios y las convenciones entre los dos sexos.
-¿Crees que el autor genera conscientemente la relación simbólica dentro de sus novelas o que ésta, por el contrario, se va creando por sí sola? ¿Qué papel podría jugar el lector en esa creación simbólica?
-La gran ventaja de emplear símbolos al contar una historia reside en que, de manera automática, esta gana en sugerencias y lecturas; el autor se asegura prácticamente la pluridad de lecturas. No sé qué sistema emplearán autores más experimentados, pero yo, que consideraba estar al tanto, más o menos, de los elementos que podrían considerarse simbólicos, he comprobado con asombro, al escuchar las opiniones de los lectores, la enorme carga, desconocida e inconsciente que he aportado a Irlanda. Resulta muy difícil definir si la relación simbólica cobra cuerpo al contacto de la novela con el autor o el lector, o al de los dos últimos, precisamente por el carácter subjetivo de su significado. Una codificación simbólica supone un esfuerzo añadido, pero también una recreación, tan cercana a la poesía, que hace sentir la historia como propia
-¿Con qué representas la idea del bien y del mal en la novela?
-La fascinación por el mal, propia de la adolescencia y de la niñez, se contiene tajantemente por la obligación del bien. El deseo de la muerte ajena no es sino la afirmación del propio poder. En Natalia, el íntimo sentimiento de haber hecho algo mal, de haber cometido una acción que los adultos, los jueces, calificarían como malvada, provoca sentimiento de culpa que despierta a todos los fantasmas. Sin embargo, Irlanda ya ha crecido, es una mujer que controla las leyes de los adultos, y que, por tanto, puede destruir a Natalia. El mal, que sería destruir a Irlanda, y el bien propio, el instinto de autoconservación, se confunden. Y la única versión, la de Natalia, nos obliga, con su visión sesgada, a introducirnos en una mente en que la polaridad tradicional bien-mal se halla deformada.
-¿De qué forma tratas los personajes femeninos en tu novela Irlanda?
-Una de las razones por las que comencé a escribir durante mi adolescencia, fue la carencia de personajes femeninos dignos y creíbles. No me atraían las heroínas idealizadas, rubias y sacrificadas, ni las amazonas casi masculinas que devoraban a los hombres con patatas. En consecuencia, he intentado hablar de mujeres, fuertes o débiles, pero con poder sobre su vida, y en las que su relación con el hombre no resultara el eje de su existencia. Su propia visión del mundo resulta lo suficientemente interesante como para que no necesiten ser hermosas, ni extraordinariamente inteligentes, ni ricas. Y sus carencias, o sus virtudes, son empleadas como lo serían por cualquier mujer real. Considero que la diferencia entre lo que las mujeres creen que deben ser y lo que en realidad son ofrece una complejidad extraordinaria y muy atrayente para la narrativa. Natalia, que no destaca en nada, salvo por su meticulosidad, sus conocimientos sobre plantas y su carácter tímido y cariñoso, se enfrenta de pronto a una muchacha que representa lo que una adolescente debe ser: hermosa, inteligente, popular, afectuosa, rica y sensata. Ahí le muestran el camino a seguir, y ella, en un principio, intenta amoldarse. Sólo cuando decide no crecer, no ser otra cosa sino lo que hasta entonces ha sido comprende su poder y hace uso de él.
Entrevista - Espido Freire
Laura S. Figueras.
Atlántico, 2004.
Jueves 30 de Septiembre de 2004.
ESPIDO FREIRE
La escritora bilbaína Espido Freire estuvo ayer en Vigo para participar en el club de lectura de Alcorcón en el que presentó su última novela "Nos espera la noche". De padres gallegos, la autora confiesa que actualmente ve el premio Planeta “casi como una anécdota” aunque no se olvida de la importancia que tuvo en su carrera.
Vigo, Laura S. Filgueiras
La escritora aguardaba tras los cristales de una cafetería leyendo "La vida invisible" de Juan Manuel de Prada mientras aprovechaba la luz del sol. Podría ser el comienzo de una novela de Espido Freire pero sólo se trata de la descripción de la escritora en un café de Vigo antes del inicio de esta entrevista. La bilbaína, de padres gallegos, estuvo ayer en la ciudad para participar en el club de lectura Alecrín que se desarrolló en la Casa del Libro y en el que presentó su última novela "Nos espera. la noche". De padres gallegos, la escritora de 30 años obvia utilizar su nombre, y opta por sus apellidos porque como ella misma dice significan «desmido y libertad". Ganadora del premio Planeta en 1999 con "Melocotones helados", Espido lleva ya trece libros publicados.
- "Nos espera la noche" es la dependiendo de los estímulos novela que presentó ayer en Vigo. Sin embargo, no es su última obra.
-Es mi última novela pero efectivamente mi última obra es el ensayo "Querida Jane, querida Charlotte". La primera es la segunda parte de una trilogía que comenzó con "Donde siempre es octubre" y aunque entre ambas no hay un seguimiento de personajes sí lo hay de atmósfera. Esta novela está llena de guiños para los lectores e independientemente de lo que les ocurra a los personajes todos saben que la noche llega y ésta tiene un significado diferente para cada uno de ellos. Van cuesta abajo hacia un fin. Mientras la última obra es un ensayo que hace un recorrido por la vida y obra de Jane Austen y las hermanas Brontë.
-Usted ganó el Planeta con 25 años. ¿Fue su plataforma de lanzamiento?
-El Planeta depende de como te lo tomes. Hay gente para la que es el fin de su carrera y para otros es el inicio. Yo lo gané con mi tercera novela y durante los dos años siguientes al premio aproveché para publicar ensayo y poesía. Hoy, cinco años después, puedo decir que el Planeta es casi una anécdota en mi vida, aunque sí me permitió el acceso a un público que no era el mío.
-En cualquier caso, los escritores se buscan la vida como los demás.
-Exactamente. Hace diez años fue una buena época porque se hizo una inversión muy fuerte y ahora, como en todo, hay que buscarse la vida.
-En literatura, ¿qué le queda por probar?
-La parte teatral, los guiones y la poesía más en serio con un lenguaje que se adapte más a mi edad.pero ¿el escritor nace o se hace?
-El escritor se forma. Se hace con una sensibilidad en bruto que dependiendo de los estímulos que uno reciba lo desarrolla más y así hay gente a la que le da por la música o por tallar cabezas de Buda.
-Tiene una página web muy interactiva. ¿Le gusta tener contacto con los lectores?
-Para mí es una obsesión saber qué está haciendo el lector en cada momento. Necesito saber quién me está leyendo sin importarme quien sea. Y así todo resulta misterioso: alguien que no tenga mi edad o que no comparta mi origen se ve atraído por una historia que yo he contado, ¿por qué? Mantener un contacto entre quién es él y quién soy yo es fascinante.
-También hay un foro de trastornos alimentarios.
-Sí porque hace tiempo escribí un libro sobre la bulimia y a través de este foro quiero acercar la realidad al lector.
-En este caso ¿se puede emplear la literatura como terapia?
-No, leer no cura.
Entrevista con los Vampiros
Alfredo Valenzuela
RD Editores. Sevilla, 2004.
ESPIDO FREIRE
Espido Freire (…) firma con los apellidos, lo que traslada a su nombre ese aire de misterio que poseen sus ojos. Fue la ganadora más joven del Premio Planeta.
-Este año no corrió los San Fermines?
-Los San Fermines me encontraron este año (2001) en Oslo, un sábado aburrido y medio nublado, sentada en el puerto deportivo, con una Coca-Cola light en la mano, un vago sentimiento de inadecuación y un esfuerzo sincero por no cuestionarme qué demonios hacía yo viviendo en Noruega mientras cinco horas más al sur la juerga comenzaba.
-Qué consecuencias ha tenido la cornada que le dio el Premio Planeta?
-Cuando se es joven y se está en forma, una se recupera pronto de las cornadas. Posiblemente, antes que cualquier otra persona menos acostumbrada a ellas. Lo importante es no dejar de torear, continuar en activo, tentar los toros, mantener ágiles las muñecas. Y hay que saber que cuando se elige una pasión, hay que aceptar con ella las consecuencias.
(…).
-Usted fue la escritora más joven que ganó el Planeta ¿en qué otras cosas ha sido precoz?
-En poca cosa más... mal asunto cuando se recoge la fruta aún verde; por más que intenten convencernos de que sabe igual, cada cosa requiere maduración y reposo.
-¿Nunca se le ha pasado por la cabeza que todo esto de los libros y la literatura sea una pérdida de tiempo?
-No. He estado siempre demasiado ocupada convenciendo a quienes me rodeaban de lo contrario. Y, créame, la empresa requiere una voluntad de hierro, una seguridad y una buena salud que ríase usted de los deportistas de élite.
-¿Cuál ha sido su última batalla?
-Fue contra Iberia, que se empeña, por razones desconocidas, en destrozarme todas las maletas que encuentra a mi nombre. Ya conozco todas las variedades de destrucción: ruedas, asas, refuerzos internos... No hace falta añadir que, por supuesto, perdí.
-Le he leído en una entrevista que usted cree en el "amor verdadero" ¿es cierto?
-Sí. Imagino que llegando a los cuarenta, mi visión y mi experiencia se asentarán y comenzaré a expresarme con más propiedad y menos cursilería. Pero qué le vamos a hacer, demasiadas películas, demasiadas novelas, demasiadas canciones. Estoy perdida para la causa. Creo en el amor sincero y auténtico, y creo que perdura a lo largo de los años. Creo en los finales hermosos, que no siempre son felices. Y creo que el amor anula el tiempo.
-¿Qué es más llevadero, el sexo sin amor o el amor sin sexo?
-El sexo sin amor. Siempre que sea consentido. Incluye una parte física que, por así decirlo, distrae más, entretiene, da qué hacer. El amor sin sexo conlleva una buena cantidad de suspiros, no siempre recomendables. Lo positivo es que amar sin sexo de por medio no requiere consentimiento ajeno. Cuestión de comodidad.
-¿La gente que se opone a que los homosexuales adopten niños es porque creen que los niños están mejor en orfanatos?
-Posiblemente consideran que esos niños han de educarse en los mismos valores morales y familiares en los que ellos creen, enfrentados directamente a los que defienden los homosexuales. Es una lástima, sin embargo, que esas personas que se oponen no se hagan cargo de unos niños que otras personas desean atender.
-¿Es más vasca que gallega?
-Tras pasar temporadas prolongadas en el extranjero he llegado a la conclusión de que pertenezco a una comunidad lingüística, antes que a una geográfica. Mi patria es mi idioma. Y yo siempre he pensado y escrito en castellano.
-¿Quién le parece más literario monseñor Milingo o su despechada esposa?
-Hmmm. Demasiados elementos extraños, demasiado ruido. Resultaría muy complicado extraer una historia literaria creíble de dos personajes así. La literatura tiende a resultar verosímil por su sencillez y su capacidad de abstracción. Para colmo, ninguno de ellos me resulta especialmente atractivo. Qué le vamos a hacer.
-¿Cuándo empieza el curso para usted?
-Este año, a principios de octubre, con la aparición de mi nueva novela, Diabulus in musica. En un buen mes para que las cosas comiencen. El verano rebosa vida, demasiada agitación. En invierno se paralizan los movimientos. La primavera nunca me ha traído buenos recuerdos: alergias y exámenes. El otoño se tolera. Caen las hojas de los árboles y se abren las de los libros.
-¿Cuál es el último libro que se arrepiente de haber leído o de haberlo intentado?
-The Blind Assassin, de M. Atwood. Me desconcertó, me fascinó. Ahora sólo puedo escribir en un estilo similar, con lo que debo aguardar un par de semanas a que el impacto se atenúe. Es fastidiosillo encontrar obras que conecten tan profundamente con la parte oculta de cada uno.
-A Koplowitz le han robado los cuadros ¿qué es lo más valioso que le pueden robar a usted?
-El ordenador portátil. La verdad es que si me sentara a hacer cálculos, sería mi nevera, una mole de acero, gigantesca y con tantos botones como una nave espacial, de la que estoy absurdamente orgullosa, pero vistos los sudores que costó meterla en casa, no creo que nadie sea tan osado como para atreverse a moverla de lugar.
-Un día de estos le voy a hacer una entrevista a Leopoldo María Panero ¿Quiere que le haga alguna pregunta de su parte?
-No creo que yo le hiciera ninguna pregunta. Me limitaría a escucharle. Al fin y al cabo, es lo que hago cuando leo su poesía. "Cuentan que la Bella Durmiente nunca despertó de su sueño". Nadie podría fundir mejor en una frase la muerte, la leyenda y el misterio...
Entrevista con Espido Freire (Extracto)
Anika entre libros
Espido Freire nació en Bilbao en 1974 y, en su adolescencia, se dedicó a la música antigua. Licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de Deusto, se dedicó a talleres y grupos literarios hasta que en 1998 publicó su primera novela, "Irlanda". Dos libros después y con sólo veinticinco años se convirtió en la ganadora más joven del premio Planeta de Novela con "Melocotones helados". Desde que empezó no ha parado de escribir, y muestra su talento tanto en novelas como en ensayo, poesía, artículos y talleres. Otros de sus libros destacados son Diabulus in musica, Aland la blanca, Cuando comer es un infierno, Nos espera la noche y su recién publicado Querida Jane, querida Charlotte, donde se adentra en el mundo de las hermanas Brontë.
Trabaja, además, como traductora literaria, y curiosamente sus novelas han sido traducidas al francés, alemán, portugués, griego y turco. Colabora en otros medios de comunicación (Radio Nacional, El País, La Razón, El Mundo) e imparte talleres literarios. Y, queridos lectores, esto no es más que un resumen de la completa vida profesional de Espido Freire quien, además, tiene su propia web oficial en internet donde podéis informaros de su agenda.
ENTREVISTA
Si hay algo que caracteriza a algunas de tus novelas es que cuando acabas de leerlas, la historia cobra un sentido distinto. ¿Cómo puedes conseguir no dar pistas que sugieran el final durante el trayecto de la novela?
Espido Freire: Teniendo siempre en mente que yo soy la autora y no una lectora más. La historia está claramente esbozada antes de comenzar a escribir. De ese modo puedo suministrar la información al ritmo que la novela precise, e incluir los puntos de inflexión o de interés que puedan enloquecer al lector. Eso exige siempre, siempre, un trabajo de comunicación intuitiva con el lector, que sólo se consigue después de romper y encajar varias veces la trama.
Otra de las características, una de las que siempre me quejo (esta es mi confesión) como lectora, es que en ocasiones no pongas nombres propios a los protagonistas... ¿Por qué lo haces?
Espido Freire: Sólo se da en una novela, en Diabulus en musica, de manera intencionada, porque la protagonista y narradora se define únicamente en función de los otros, de modo que es nuestra misión aportar hasta su nombre. Hay otro caso, el de la nena, la hermana pequeña de Natalia, que, como en muchas familias, será la nena hasta que muera. No me parece tanta omisión para cinco novelas.
Entonces son manías mías. Y así debe ser porque a pesar de esto le das importancia a los nombres, sólo hay que verlo en las tres Elsa de "Melocotones helados"...
Espido Freire: Obviamente, un personaje se define de múltiples maneras, y una de ellas es su nombre, los ecos que despierta y las razones por las que se les llamó así. O, haciendo referencia a la pregunta anterior, por qué no se les llama de ninguna manera, se emplea el apodo, o el apellido, o se hace sobre ellos el silencio. Una de las primeras palabras que aprendemos a pronunciar es nuestro nombre, nuestra seña de identidad, que, por otro lado, ni siquiera elegimos nosotros. Como casi nada en la vida.
Creo que tienes la capacidad de pasar muy sutilmente de una historia a otra dentro de una misma novela, teniendo en cuenta que hablas de varios personajes, cuando no pones nombres propios ¿no tienes miedo a que la gente se pierda?
Espido Freire: No. No me preocupa en especial. Si el lector es capaz de relacionar a todas las personas de su clase, de su familia, seguir las aventuras de los famosos en las sagas de las revistas del corazón, o distinguir a un elfo de Tolkien de un hobbit, no veo por qué he de sobreprotegerle y darle mis nombre y mis relaciones mascadas y esquematizadas. Siempre he creído en la inteligencia del lector, y no veo por qué he de cambiar ahora de idea. Además, siempre puede retroceder unas páginas, leer de nuevo y aclarar sus dudas.
Seguimos con los nombres... Es curioso que se te conozca por tus apellidos, poca gente sabe tu nombre de pila ¿cuál es el origen de que se te conozca así?
Espido Freire: No hay ninguna razón en especial. Elegí mis apellidos como seña de pertenencia a un clan, porque son hermosos y con hermoso significado (Espido significa Desnudo, Freire persona libre), y porque creo en la libertad de elegir cómo hemos de ser llamados.
Lucía Etxebarría hizo un guiño a tu persona en "Nosotras que no somos como los demás" ¿cómo reaccionaste al verlo? ¿Lo has hecho tú alguna vez o tenido la idea de hacerla?
Espido Freire: En la universidad, entre mis amigos aficionados a la literatura nos incluíamos una y otra vez en nuestros textos, como personajes, como referencias o guiños, de modo que no me sorprendió demasiado. Y creo que la etapa de los guiños y las bromas ocultas ya pasó para mí.
¿A qué tipo de público están destinadas tus novelas?
Espido Freire: No pienso en un público determinado, sino más bien en un individuo, en un lector imaginario cabal, paciente, al que le guste jugar y perderse en la novela. El sexo, la edad o la condición social me importan muy poco; quiero un interlocutor con el que construir a medias una historia.
Como lectora ¿cuáles son tus escritores/as favoritos?
Espido Freire: Shakespeare encabezaría la lista, y un buen puñado de poetas anónimos que crearon sagas, cantares de gesta y romances. Seguiríamos con poetas y novelistas del XIX, y unas cuantas novelas nórdicas contemporáneas. Soy una lectora de novelas más que autores.
Del 25 de febrero al 12 de marzo de este año, la Plataforma de Mujeres Artistas Contra La Violencia viajará a Palestina. Una de las personas que hará ese viaje eres tú; cuéntanos ¿qué se pretende?
Espido Freire: Por desgracia, y debido a la aparición de mi libro en esas mismas fechas, no puedo acompañarlas a la Plataforma, pero como todas las iniciativas que parten de ella intentan acercar una visión independiente y más mesurada que las que pueden ofrecer los medios de comunicación, o las versiones oficiales. Y, por otro lado, estos viajes, estas protestas, hacen visible una crítica que se encuentra oculta en la sociedad, o silenciada, o quizás poco presente.
Si me permites, ahora que está tan de actualidad y teniendo en cuenta que el tema no es ajeno a nadie, no hace mucho la Conferencia Episcopal aseguró que la violencia doméstica es el trago "amargo" que hay que pasar por haber llegado la revolución sexual. ¿Qué opinas de esto?
Espido Freire: Que cada cual puede manipular los hechos como desee, pero en este caso la Conferencia Episcopal ha sido cruel, conservadora, hipócrita, y muestra una preocupante ignorancia sobre las razones reales del maltrato: una ideología que prima la masculinidad, la agresividad, la posesión y la violencia sobre cualquier otra virtud. No es la independencia femenina, ni siquiera de la libertad sexual la causante del maltrato: el maltratador arremete contra cualquier cosa que le garantice su posición de superioridad: los niños, los mendigos, los inmigrantes, los viejos, las mujeres...
La Conferencia debería reflexionar antes de recomendar a las mujeres paciencia para que nada cambie, a riesgo de pagar con sus vidas la independencia económica. Por otro lado, nadie se plantea la libertad sexual masculina; al parecer, es sólo la femenina la que da problemas.
¿No te gustaría aprovechar la oportunidad -ya que eres una mujer muy leída- de escribir una novela de denuncia?
Espido Freire: No. Para eso tengo mis conferencias y mis ensayos, y mis artículos. La novela es, para mí, otra cosa, y no ha de ser mediatizada por la ideología. Esa es mi opinión, y a ella me atengo.
Sigamos con el resto de tu obra. Además de novelas has escrito un libro titulado "Aland la blanca" ¿Poesía o pensamientos?
Espido Freire: Poesía. Es un largo poema épico, en diez cantos, la gesta de un héroe en busca de su tierra perdida.
También has probado con el ensayo en "Primer amor" ¿con qué no te atreves?
Espido Freire: Hasta ahora, con los guiones. Ni con obras de teatro. Ni con entrevistas, ni con muchas otras cosas. Siempre quedan flecos.
Tu novela "Nos espera la noche", habla de un mundo fantástico, cuéntanos algo más de él.
Espido Freire: No se trata de un mundo fantástico, sino de un espacio fuera del tiempo y del espacio convencional. Parece mentira que un concepto tan sencillo pueda llevar a tantas confusiones. Por otro lado, en España hemos tenido siempre un marcado gusto por el realismo, y todo lo que escape de él recibe etiquetas no siempre afortunadas.
Normalmente hay siempre algo del autor en sus obras, tú te dedicaste a la música antigua en tu adolescencia y en "Diabulus in musica" le dedicas algo más aparte del título. ¿Qué más hay de Espido Freire en tus otras novelas?
Espido Freire: ¿Autobiográfico? Nada. No me gusta ese tipo de literatura basada en el testimonio o en las circunstancias propias del autor. En Diabulus le presté mi experiencia musical a la protagonista, y ahí terminan las coincidencias. Otra cosa es mi visión sobre la vida, o mi gusto particular por algunos temas, mis obsesiones, que aparecen de manera cíclica en las historias, y que cualquier lector puede identificar...
Con "Melocotones helados" te convertiste con sólo 25 años en la ganadora más joven del Premio Planeta de Novela ¿no te dio miedo tanta responsabilidad? Espido Freire: ¿Responsabilidad? ¿Qué responsabilidad? Ni la fama ni la presión es tan grande en un premio literario como se podría imaginar. Y una persona con 25 años es un adulto, de modo que debería saber las consecuencias de sus actos. Yo me presentaba al premio más mediático de la literatura en castellano, con lo que sería absurdo quejarse luego por demasiadas entrevistas, o fotos. Por otro lado, no hay que confundir responsabilidad con posibilidades de trabajo. Ante mí se abrieron muchas opciones, y tras valorarlas decidí marcharme una temporada al extranjero para seguir trabajando y especializarme en talleres literarios. Hace cuatro años y medio y ocho libros desde ese premio, de modo que es una etapa ya pasada.
Me gustaría tocar otro tema, tienes una web oficial y en ella hay un Taller de Literatura, ¿hasta qué punto estás implicada en él?
Espido Freire: En realidad, sólo se informa de que lo imparto. No creo en la eficacia de los talleres a distancia, y en el método pedagógico que empleo el trato es personalizado, en grupos pequeños, con una participación muy activa del alumno, y con una base de lecturas clásicas.
Entre novelas, cuentos, talleres de literatura, web oficial, presentaciones, viajes de apoyo... ¿a qué dedicas el tiempo libre?
Espido Freire: Por suerte, muchos de mis amigos se dedican a temas culturales, y los que no, acaban por engancharse también al cine, al teatro, a los recitales o los montajes a los que voy o en los que tomo parte. Estoy muy vinculada al espacio cultural Nautilus, que vertebra la mayor parte de mis actividades de tiempo libre. Dedico mucho tiempo a la lectura, a mis plantas (desde que vivo en Madrid se acabaron las excursiones al monte), me interesa mucho el diseño y la arquitectura, todo lo que implique moldear el espacio...
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